LA CULPA LA TIENEN LOS GRANDES

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Crónica de una vergüenza: La Liga Santafesina de fútbol comunicó la suspensión de las competencias en inferiores e infantiles por tiempo indeterminado “ante los reiterados hechos de inconducta, violencia y falta de respeto”.

No podía ser de otra manera. Los mensajes de los más grandes son violentos. Agravado por muchos jugadores que hicieron de la violencia su “leit motiv” y que ahora conducen programas televisivos de fútbol.
Los jugadores no están exentos. Una patada en la rodilla, lesionar a un pibe que recién empieza con un “planchazo” o lesionar un arquero por no detener la carrera y saltar sobre su cuerpo, intentar “ahorcar” a un referee, son penados conforme al color de la camiseta, son los que “dejan la vida” según la jerga apasionada del fanático. El fútbol es un deporte de contacto no de agresión.
Es culpa de los padres que incitan a la violencia puteando a los árbitros, echándoles la culpa de la derrota, claro cuando se gana y se equivocan a favor está todo bien.
Partidos de pibes de 6 a 13 años, pongamos que sea así, se suspenden por inconducta, violencia y falta de respeto. ¡VERGONZOSO! Señores grandes ¡VERGONZOSO! el mensaje que trasladan a los más chicos, EL FÚTBOL ES DEPORTE NO GUERRA y para darle un tufillo de putrefacción de olor nauseabundo llegó el VAR, manejado por empresarios ligados a las apuestas.
Hay conceptos nefastos, por lo provocativo, que están pudriendo el deporte.
Hay que ganar como sea. La obligación es ganar. Hay que dejar la vida en cada partido.
Quiero ser claro: nunca entendí eso de ganar como sea. ¿Es pegarle una patada o una trompada al rival? ¿Lesionarlo si es preciso? ¿Recordarle al oído alguna infidelidad conyugal? ¿Pincharlos con un alfiler? ¿Darle agua con somnífero al rival?
La obligación no es ganar, la obligación es jugar e intentar ganar respetando una idea que se practica. Porque si hay que ganar de cualquier forma los entrenamientos no sirven de nada, salvo que en esos entrenamientos se enseñen conceptos que nada tienen que ver con el deporte. Si no sale lo practicado, entonces así apretar los dientes, correr, meter la pierna, no pegar patadas, que son conceptos muy distintos a dejar la vida en cada pelota. El deporte es un complemento de la vida. La vida no se deja, se vive.
Lo primero que hay que enseñar es saber perder. Y decirles a los pibes que terminado el partido es mucho más loable el saludo del perdedor. Ganando es mas fácil saludar al rival.
De todo esto combo de periodistas marketineros, de jugadores irascibles, de padres que putean a los árbitros, de técnicos que quieren ganar como sea, de insípidas conferencias de prensa post partido, con nuevos términos catedráticos, donde nadie reconoce la virtud del rival, nace la enfermedad del FANATISMO.
Yo la palpo en mis comentarios deportivos. Algunos, más que alegrarse por el buen andar de su equipo festejan mucho más las penurias del rival.
Les cuento una anécdota. Un día con mi viejo estábamos mirando el partido Colón-Banfield por el ascenso. Creo que terminó a penales, donde a los paraguayos sabaleros les tocó marrar los suyos. Yo estaba contento porque había perdido Colón, hasta que mi viejo me dijo “¿Estás contento porque perdió Colón”? Si vos sos de Unión, deberías esperar que la vaya bien a Unión no mal a Colón. El fanatismo no te va a permitir mejorar como persona. A Santa Fe le conviene tener los dos equipos en primera. Ahí entendí todo. ME CURÉ DE LA ENFERMEDAD DEL FANATISMO. Porque una cosa es la chicana o la cargada entre amigos y otra muy distinta desear el mal ajeno.
La infancia y la juventud, al ser dos momentos de especial desarrollo intelectual, cultural y humano de la persona, está fácilmente expuesta a la recepción de influencias externas. Partiendo de esta mayor vulnerabilidad, decenas de miles de estudios empíricos han analizado que la exposición a imágenes violentas, especialmente de la televisión, aumenta el riesgo de pensamientos, emociones, valoraciones y comportamientos agresivos en esa etapa de la vida.
No le pidan buen comportamiento y respeto a los pibes, cuando los grandes, padres y técnicos incluidos, son soberbios e irrespetuosos, la culpa siempre es del árbitro (hay avezados periodistas deportivos que siempre le encuentran la culpa) y pregonan el ganar como sea, el estar obligado a ganar, el dejar la vida, como si la vida se resumiera en un partido de fútbol.
EL FÚTBOL ES PASIÓN DE MULTITUDES, NO MULTITUDES ENFERMAS DE FANATISMO.

ELOY RODRÍGUEZ
17-05-2022

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